jueves, 10 de octubre de 2013

OBESIDAD Y STRESS CRÓNICO


El estrés, un estado que parece inseparable del hombre moderno, puede tener consecuencias sumamente graves sobre la salud. Diversas investigaciones han demostrado que cuando se trata de una condición crónica, en muchos casos afecta la conducta alimentaria, y aumenta el riesgo de sobrepeso y obesidad. Y a su vez, ello incrementa la posibilidad de sufrir síndrome metabólico, un conjunto de enfermedades que van desde la diabetes hasta la hipertensión arterial y la hipercolesterolemia, con consecuencias potencialmente fatales.
Mientras el estrés agudo quita el apetito, en el caso del estrés crónico es diferente: se altera el eje hipotalámico, pituitario y adrenal (HPA), liberando grandes cantidades de cortisol, la hormona del estrés. Esto lleva a cambios en el comportamiento alimentario: aumenta la frecuencia de las comidas, la cantidad de calorías ingeridas a diario, la ingesta de hidratos de carbono y grasas, y se prefieren los alimentos más palatables (los más 'ricos' o agradables al paladar'), que son adictivos".
Se ha demostrado que "productos como las galletitas, los chocolates, y otros ricos en carbohidratos y grasas, causan el mismo efecto que la cocaína, las anfetaminas, la nicotina, el alcohol o la actividad sexual: aumentan la dopamina, una sustancia asociada al placer. La persona con dopamina baja debido al estrés crónico recibe una gratificación al ingerir esos alimentos, sube la dopamina transitoriamente, y necesita ingerir más".
Estos cambios en la alimentación "facilitan la aparición del síndrome metabólico, dado que debido a ciertos receptores del abdomen, la grasa se acumula de la cintura para arriba, en la 'panza' (lo que llamamos 'obesidad androide'), que aumenta el riesgo cardiovascular".
El insomnio que se genera habitualmente en el stress, además de generar un cambio en el ritmo del sueño, acarrea pérdida del autocontrol, una falsa subida de autoestima, cambios hormonales, modificaciones del humor (ansiedad, depresión), todos factores que actúan conjuntamente, provocando aumento del peso corporal", aseguró el especialista, para quien "las culpables principales podrían ser las hormonas".
Es que las señales de hambre en el cerebro están controladas por dos hormonas, grelina y leptina. La grelina le indica al cerebro cuándo es el momento de comer y la leptina le indica cuándo nos saciamos. "Cuando se tiene cansancio, los niveles de grelina en sangre aumentan y los de leptina bajan. Un estudio reciente mostró un aumento del 5% en peso corporal en personas que dormían menos de 3 horas por noche".
La propuesta para tratar la obesidad asociada al estrés crónico incluye "técnicas conductuales para manejar la ansiedad; relajación; actividad física, y herramientas que permiten modificar hábitos del paciente para que reaccione diferente ante la necesidad de comer determinadas cosas", señaló la Dra. Labanca, quien agregó que "finalmente se aspira llegar a lo cognitivo, a que el aprendizaje sea más profundo, incorporando pautas de vida saludables. Dado que el disconfort emocional lleva a comer inadecuadamente, apuntamos a promover una nueva actitud ante los desafíos cotidianos. Además, existen medicamentos y suplementos dietarios con efecto orgánico que favorecen el descenso de peso, y por consiguiente aumentan la motivación por continuar el tratamiento".

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