lunes, 14 de octubre de 2013

La fructosa añadida a los alimentos puede favorecer la acumulación de grasa

A pesar de la buena imagen de este carbohidrato natural, el consumo de productos edulcorados con fructosa (mermeladas, productos integrales,..) puede resultar muy engordante, no sólo por su contenido en calorías sino también porque es metabolizada de una forma diferente a otros carbohidratos, favoreciendo en gran medida la acumulación de grasa.
Según un estudio realizado en la Universidad de Cincinnati (Estados Unidos) y en el Instituto Alemán de Nutrición Humana, publicado en la revista Obesity Research, el consumo de fructosa favorece el almacenamiento de grasa en el cuerpo. La fructosa es uno de los edulcorantes más utilizados, especialmente en los refrescos.
Los investigadores hicieron tres grupos con sus animales de laboratorio. Uno bebió agua, otro agua con fructosa, y un tercero refrescos. Estos dos últimos aumentaron significativamente de peso (sobre todo, el grupo que tomó agua con fructosa), aunque disminuyeron la ingesta de calorías procedente de comida sólida. Midiendo la grasa corporal mediante resonancia magnética, comprobaron que el grupo que había consumido agua con fructosa tenía en torno a un 90 % más de grasa que el que había tomado sólo agua.
Segun Científicos
Según los científicos que han realizado las investigaciones, parece que el incremento de peso producido por la fructosa no se debe sólo a las calorías que aporta. Matthias Tschöp, responsable del estudio, indica que la fructosa afecta a la tasa metabólica, favoreciendo el almacenamiento de las grasas en el organismo.
En un estudio anterior realizado sobre personas, el mencionado investigador había comprobado que la fructosa producía alteraciones en ciertas hormonas que participan en la regulación del peso corporal (leptina, insulina y grelina) de una forma diferente a como lo hacen otros carbohidratos, como la glucosa.
A modo de conclusión, parece que la fructosa engorda más que otros edulcorantes a igualdad de calorías, por lo que sería conveniente, si estas investigaciones se confirman, sustituirla en refrescos, mermeladas y otros productos. De momento, como consumidores, no estaría de más que miráramos las etiquetas de los productos en el supermercado, para intentar evitarla. Y, en lo posible, que cambiáramos la costumbre de tomar refrescos a todas horas. Tomemos, simplemente, agua.

La fructosa es un monosacárido, unidad más simple de los denominados hidratos de carbono. Por tanto, se trata de un nutriente calórico que aporta, en concreto, 4 calorías por gramo. Se encuentra de modo natural en las frutas y también en la miel. Así mismo, es un componente básico de la sacarosa o azúcar común, precedente de la caña de azúcar o de la remolacha azucarera. Se comercializa granulado, al igual que la sacarosa, para poder ser utilizado como azúcar de mesa. También se emplea en productos para personas que tienen diabetes.
Ventajas de su consumo
  • Es natural.
  • Por su intenso sabor dulce, se requiere menos cantidad a la hora de endulzar los alimentos.
  • Se emplea en productos especiales para diabéticos, ya que tras su ingesta, no se producen elevaciones bruscas del azúcar en sangre.
Inconvenientes
  • Es cariogénico, es decir, puede provocar caries si no se mantiene una adecuada higiene buco-dental.
  • Es calórico, por lo que su consumo se ha de moderar al igual que lo ocurre con otros azúcares sencillos, en especial, en situaciones de sobrepeso u obesidad.
  • A dosis de más de 20 gramos como azúcar de mesa al día, tiende a elevar los niveles de triglicéridos sanguíneos, por lo que su empleo está desaconsejado en caso de hipertrigliceridemia.
Hay personas que sufren de intolerancia hereditaria a la fructosa, lo que se conoce con el nombre de fructosemia. En esta enfermedad, el consumo de cualquier fuente de fructosa, incluida la sacarosa, ocasiona hipoglucemia (niveles bajos de azúcar en sangre) y daño hepático progresivo, de no instaurar las medidas adecuadas.

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